“Andaban como ovejas que no tienen pastor”
(Mc 6, 30-34)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Jesús había enviado a sus discípulos a la misión compartiendo con ellos su poder. Hoy los vemos de regreso al Maestro para compartir con Él lo que han hecho y enseñado. Nos conmueve constatar que a Jesús, más que los resultados obtenidos, le interesa el bienestar de sus discípulos porque ellos necesitan recuperar sus fuerzas para continuar la misión.
También nos llena de gozo ver cómo el “anuncio del Reino de Dios” ha despertado el interés de todos; de todas partes corren para llegar antes que ellos al lugar del descanso. Cuando llegaron allí, Jesús y sus discípulos encontraron una multitud sedienta de la Palabra de Dios que los estaba esperando; Jesús, con honda compasión y alegría, se puso a enseñarles.
Así nace y florece el Reino de Dios: la iniciativa es de Jesús, pero Él actúa contando con el Padre y sus discípulos; es también Él quien siembra en el corazón de las personas el anhelo de ser liberados y sanados, el que da fecundidad a la obra los que ha enviado. El único Señor y redentor es Jesús, pero Él, valorando con amor nuestra fragilidad, nos asocia a su obra salvadora.
Preguntémonos: ¿Soy consciente del don inmenso que Jesús me hace asociándome a su misión y compartiendo conmigo su poder librador? ¿Estoy disponible para colaborar construyendo el Reino de Dios allí donde me encuentro?
Oremos: Gracias, amado Jesús, siendo tú el único Señor y salvador compartes con nosotros tu poder, asociándonos a tu obra salvadora; danos tú mismo amor, sentimientos y actitudes para acercarnos a las personas desde ti y como lo haces tú. Amén.
Actuemos: Cada día, antes y después de realizar la misión que me ha sido confiada, vivo un momento de intensa oración para recibir y agradecer la unción del Espíritu Santo que me capacita para ello.
Recordemos: “Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos”.
Profundicemos: El título “apóstol” pone de relieve que se parte de Jesús, de Jesús se depende y a Jesús se vuelve para recuperar las fuerzas; y es en Él donde encontramos nuestro descanso.
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