“Les mandó que no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por el profeta”
(Mt 12, 14-21)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hemos visto cómo los fariseos se confabulan contra, Él, al enterarse de ello se fue de allí, sanando a todos los que lo acompañaban. ¡Cuánta cordura, mansedumbre y bondad resplandecen en el modo de reaccionar de Jesús ante sus opositores!
Por ello san Mateo, aplica a Jesús la descripción que el profeta Isaías hace del Siervo de Yahvé: “No porfiará… no gritará…la caña cascada no la quebrará, la llama vacilante no la apagará”. Jesús cuando es confrontado, rechazado y amenazado a muerte no se llena de ira como nos sucede a nosotros, no se defiende, no deja que en su corazón entre la amargura; se retira con prudencia y discreción, continúa enseñando y sanando a todos; su corazón es “manso y humilde”, como Él mismo se define.
Cuánta necesidad tenemos de contemplar las actitudes de Jesús, gustar y asimilar sus sentimientos y enseñanzas, para no reaccionar con defensas ante la confrontación y el desamor de los demás. ¡Señor, libera nuestro corazón de toda agresividad y violencia!
Preguntémonos: ¿Qué sentimientos albergo en mi corazón cuando me siento ofendido o maltratado? Como seguidor de Jesús, ¿cuáles de sus sentimientos y actitudes necesito pedir y alimentar?
Oremos: ¡Oh, Jesús!, manso y humilde de corazón, da a todos los colombianos que celebramos hoy la “liberación”, un modo de ver, de sentir y amar como el tuyo, para que podamos ser más benévolos, tolerantes y capaces de perdón entre nosotros. Amén.
Actuemos: Cuando me sienta ofendido, ignorado o maltratado, recuerdo las actitudes que Jesús tuvo ante sus opositores, le pido que me dé una mirada y un corazón semejantes al suyo.
Recordemos: “Miren a mi Siervo, mi elegido, mi amado en quien me complazco. Sobre Él pondré mi Espíritu para que anuncie el derecho a las naciones”.
Profundicemos: “Jesús no propone nunca a sus seguidores algo que Él no haya vivido. Nos invita a seguirlo por el mismo camino que Él ha recorrido. Por eso puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos, puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos” (José Antonio Pagola).
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