19 de julio

“El Hijo del hombre es señor del sábado” 

(Mt 12, 12, 1-8)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El Evangelio nos coloca hoy en el contexto de las confrontaciones que los escribas y fariseos hacían con frecuencia a Jesús y a su modo de vivir su relación con Dios. Hoy vemos como Jesús enfrenta estos conflictos partiendo de la amorosa relación que vive con el Padre, que lo lleva a dejar prevalecer en toda circunstancia la misericordia y la ternura sobre una observancia rigurosa de la Ley.

A Jesús, que es Hijo de Dios y no solo conoce las Escrituras, sino que es la Palabra viviente de Dios y también Señor del sábado, no le preocupa la observancia rigurosa de la Ley, sino el amor, la atención a la vida y necesidades de las personas. En sus palabras y actitudes resplandece la misericordia de Dios, rasgo más profundo de su identidad divina.

¡Qué hermoso espejo nos ofrece hoy Jesús para confrontar en Él el modo de expresar nuestra relación con Dios y con las personas, porque es allí donde nuestra fe se hace vida. Jesús nos ha dejado la síntesis más hermosa de la Ley en un único mandamiento: “Ámense unos a otros como yo los he amado”; es decir, hasta dar la vida por amor a los hermanos.

 

Preguntémonos: ¿Estoy convencido de que la Ley de Dios se resume en el amor y la misericordia? ¿En mi vida de fe doy más importancia a la práctica del amor fraterno que a las normas?  

   

Oremos: Gracias Jesús, tú eres el Maestro verdadero que nos muestras en tu vida el modo divino para vivir según Dios; das la vida para alcanzarnos la gracia de vivir como tú. Ayúdanos a dejarnos guiar por tu Santo Espíritu. Amén.  

   

Actuemos: Hoy estaré muy atento a las necesidades de las personas que viven a mi lado para expresarles el amor que Dios les tiene.

 

Recordemos: “Y si supiesen qué significa: ‘Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenarían a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo’”.

 

Profundicemos:“Los escritos inspirados aprueban la prioridad de la vida ante las reglas religiosas. La excepción de la regla es aplicada cuando una necesidad humana está presente. La misericordia aprueba la prioridad de una necesidad humana ante cualquier norma religiosa” (Mundo bíblico).

 

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