“No se agobien por el mañana”
(Mt 6, 24-34)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Lo que vale hoy en día son el éxito y aquello que produce dine- ro. Ciertamente, necesitamos producir bienes para poder asegurar una vida digna para todos los seres humanos. Pero aun así, el des- canso es una exigencia ineludible para el eficiente funcionamiento de una empresa. Además, desde el punto de vista espiritual, de- bemos decir que, en una sociedad que nos enferma con el estrés y nos deshumaniza con la sobreexigencia y la competitividad, es imprescindible redescubrir el valor de lo gratuito, la ascesis o rup- tura del tiempo “perdido”. Su objetivo no es el beneficio económico, sino el cultivo de lo más valioso en la vida: la propia interioridad, el trato con los seres queridos y con Dios.
Tomado de: La Palabra, Pan de vida. Comentario al Evangelio diario 2024, Paulinas – Comentarios: Raúl Enrique Castro Chambi, S.J. y Carlos Cardó, S.J.
Preguntémonos: Dios es un Padre que cuida de nosotros, ¿confiamos en él?, ¿cómo se manifiesta esta confianza?… “¿No vale la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?” Para ti, ¿qué es la vida? ¿Cómo percibo el amor providencial de Dios en mi vida? ¿Hasta qué punto soy libre frente al dinero y a otros bienes materiales?
Oremos: Padre, que no tenga miedo a abandonarme en ti. Tú me has tomado en serio y por eso me cuidas, me proteges, me das la vida y muchos dones. Ayúdame, para que al abandonarme en ti, yo también te tome en serio. Amén.
Actuemos: Iré a visitar al Santísimo y le confiaré mis proyectos, preocupaciones y alegrías.
Recordemos: Seguir el consejo de Jesús no es fácil, pero reporta tranquilidad, paz y verdadera alegría interior. Saberse en las manos de un Padre bondadoso que nos invita a no preocuparnos de las cosas de este mundo, es una seguridad mejor fundada que las mejores predicciones de negocios. Esto no significa que debemos negar el valor a las cosas de este mundo, pues a todos nos son necesarias. Sin embargo, podemos discernir, con ayuda de Dios, dónde, cuándo y cómo poner los cauces a todo ello.
Profundicemos: Si lo primero en nuestra vida son las cosas de Dios, seguimos viviendo en el mundo, pero todo lo que hagamos será con la intención de construir el Reino, de ayudar a los hermanos y de ganarlos para Cristo con nuestro testimonio, y no por afanes o lucros personales. Además, según la misma promesa, todos los demás bienes se nos darán por añadidura: ¡Lo ha prometido Cristo!
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