20 de Junio

“Ustedes oren así”

(Mt 6, 7-15)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La relación con la divinidad nos abre a los seres humanos un ca- mino para el diálogo. “Cuando oren, tampoco repitan frases sin sentido”, dice Jesús a sus discípulos, “pues su Padre sabe lo que ustedes necesitan, antes que se lo pidan”. Asimismo, recomien- da orar a solas en la habitación para no ser vistos (cf. Mt 6, 6), es decir, para evitar la tentación de ostentar. Pero no es que nos quedemos a solas, es un encuentro con el Señor que es siempre Trinidad, es decir, comunidad de personas. Y nosotros, aunque so- los, siempre somos también comunidad, o sea, Iglesia. Por eso, las tres primeras peticiones del Padrenuestro se refieren a la acción del Padre celestial aquí en la tierra; las otras cuatro, a la necesidad que tenemos de sus dones para vivir como hijos suyos.

Tomado de: La Palabra, Pan de vida. Comentario al Evangelio diario 2024, Paulinas – Comentarios: Raúl Enrique Castro Chambi, S.J. y Carlos Cardó, S.J.

Preguntémonos: ¿Cuándo rezo el Padre nuestro soy consciente de que es la oración por excelencia porque el mismo Jesús nos enseñó?, ¿lo hago con devoción? ¿Vivo lo que rezo cuando digo: “…como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”?

¿Es mi oración un largo monólogo de peticiones a Dios o dejo espacio de silencio para que Dios me hable por medio de ella? ¿Busco el silencio para escuchar y contemplar a Dios? ¿Rezo solo en momento de necesidad? ¿Le confió a Dios todo lo que soy, lo bueno y lo malo, para que me ayude a cambiar? ¿Comprendo que el Padre me conoce hasta el más pequeño detalle de mi vida, mis oscuridades, mis pecados, absolutamente todo?

 

Oremos: Gracias, Señor, por enseñarme a orar. Sé que puedo acercarme a ti con toda confianza, con la seguridad de ser escuchado y la certeza de ser amado. Humildemente te pido que sepa, al igual que tu Madre Santísima lo hizo, reconocer y corresponder a las grandes maravillas con las que quieres enriquecer mi vida. Amén.

 

Actuemos: Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, no soy un verdadero cristiano. Que los demás puedan conocer también a Cristo por mi alegría y testimonio de encuentro con Cristo.

 

Recordemos: El Padre nuestro es tal vez una de las oraciones más conocidas y recitadas, quizá por eso muchas veces la decimos casi sin darnos cuenta de toda la belleza de su composición.

 

Profundicemos: La oración del Padre Nuestro no es solo una fórmula que hay que aprender, es una plegaria completa a Dios que es nuestro Padre, un padre amoroso que no puede negarse a escucharnos cuando nos dirigimos a él de corazón.

 

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