“Al momento aquel hombre quedó sano”
(Jn 5, 1-3a. 5-16)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Juan sigue presentándonos los signos de Jesús para fortalecer nuestra fe en Jesús, Hijo de Dios. Observemos las actitudes y Palabra de Jesús.
Actitudes: lo vio tendido y sabiendo que llevaba mucho tiempo en esa postración le dijo “¿quieres sanarte?”. Jesús no solo lo ve, sino que lo miró con amor, se interesó por él y se le acercó con ternura diciendo: “¿quieres curarte?”. Ante esta actitud el enfermo confesó su situación de impotencia, soledad y desesperanza: “Señor no tengo a nadie”; al reconocer su triste condición abrió su corazón al poder salvador de Jesús.
Palabras: levántate toma tu camilla y vete; o sea estás libre ponte en camino…Y al instante quedó curado y echó a andar… El enfermo obedeció creyendo en la Palabra de Jesús y ¡quedó sanado! En el templo lo encontrará y lo reconocerá como su Señor y Salvador.
La escena nos dejar ver el itinerario que hemos de recorrer para llegar a una experiencia de sanación y liberación total: reconocer nuestra necesidad e impotencia, creer y obedecer a la Palabra de Jesús, abrirle el corazón para reconocerlo como Señor y Salvador. Señor sáname te abro mi corazón.
Reflexionemos: Ante este hermoso itinerario que lleva al encuentro con Jesús, nuestra salvación, me pregunto: ¿Reconozco mis parálisis espirituales? ¿Acojo la Palabra que el Señor me dirige en el Evangelio, en el testimonio de otras personas, en las circunstancias de mi vida?
Oremos: Gracias Señor, tú tomas la iniciativa y vienes a mí para sanar mi corazón y mi vida; no permitas que mi insensibilidad, mi ceguera, me impidan reconocerte y fiarme de tu amorosa bondad para conmigo. Abre mi corazón, mis sentidos, para percibir tu presencia y acoger tu ternura. Amén.
Actuemos: En los momentos de dificultad y oscuridad recuerdo que Jesús está vivo en mi corazón y me abandono en su amor.
Recordemos: Más tarde Jesús encuentra al que era paralítico en el templo y le dice: “Mira has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor”.
Profundicemos: “No es fácil tener ganas de cambiar maneras de pensar, actitudes, relaciones que no me ayudan… El primer regalo que Jesús nos hace es despertar lo mejor que hay en nosotros y reavivar el sueño más bello de nuestra vida para que no sea presa del pasado” (P. Fidel Oñoro).
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