26 de Junio

“Sácate primero la viga del ojo”

(Mt 7, 1-5)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

¡No juzguen! Es el mandamiento que Jesús nos da para vivir nuestra relación como hermanos, y no debemos juzgar por dos razones. Primera porque mi juicio condiciona negativamente a la otra persona y segundo, porque mi juicio sobre el otro, se vuelve contra mí. El otro tiende a volverse como yo lo veo y yo soy como veo al otro. El juzgar hace que cada hombre sea un lobo para el otro, animado por la envidia y la rivalidad. Debemos pensar que cuando juzgo, me atribuyo el papel de Dios y cometo el gran pecado de colocar mi yo en lugar de Dios. Quien no juzga es como Dios, y Dios es amor, perdón y misericordia.

 

Reflexionemos: Recordemos que mi juicio malo acerca del otro, va contra mí mismo. No juzgar es ser como el Padre que nos acepta a todos incondicionalmente.

 

Oremos: Padre bueno, ayúdame, primero, a tomar conciencia de mis defectos y muchos pecados y segundo, no permitas que juzgue a los demás sin conocerlos. Amén.

 

Actuemos: Hoy tomo la firme decisión de no juzgar a nadie y no escuchar juicios contra el otro.

 

Recordemos: No juzguen para que no sean juzgados, porque la medida que usen, la usaran con ustedes.

 

Profundicemos: Mi juicio contra una persona es más grave que su pecado, cualquiera que sea. Juzgar es oponerse a Dios.

 

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