“El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama…”
(Jn 14,21-26)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Nosotros amamos a Dios porque ya somos amados por Él gratuitamente y sin condición. Cuando Jesús dice “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama”, nos está pidiendo delicadamente que aceptemos su amor, porque ha sido Él quien nos ha amado primero: ¿Has experimentado alguna vez que Dios te ama sin ninguna condición?
¡Dios es amor! Y por esta misma razón, espera pacientemente que aceptemos y respondamos a su amor con libre adhesión. Dios nunca se impone, nos ama, nos estimula y nos motiva para que respondamos a su amor porque sabe que solo así seremos realmente felices; pero respeta siempre nuestra libertad. ¿Lo crees de todo corazón? ¿Se lo agradeces?
Pero, lo más bello de todo, es que cuando abrimos nuestro corazón y aceptamos su amor, Dios establece su morada en nuestro corazón y a través de su Espíritu nos mueve a cumplir sus mandamientos y realizar las acciones bondadosas que Jesús realizaba. Entonces, nos viene espontáneo ser pacientes, compasivos, tolerantes y buscar desinteresadamente el bien de los demás.
Reflexionemos: ¿Has tenido alguna vez esta experiencia? ¿La deseas desde el corazón? ¡Gracias Señor por tu amor, ayúdanos a dejarnos tocar por tu presencia saladora!
Oremos: Gracias, Señor, porque amarnos desde antes de crearnos y nunca dejaste de manifestarnos tu tierna bondad. Abre los ojos de nuestro corazón para que descubramos los detalles de tu amor y permitamos que enciendas en nuestro corazón el fuego de tu amor. Amén.