“Tampoco yo te condeno. Vete, y de ahora en adelante no peques más”
(Jn 8, 11)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Como seres humanos, muchas veces, caemos en la tentación de juzgar precipitadamente a los demás por sus acciones. Y no nos damos la oportunidad de conocer las verdaderas intenciones que mueven su corazón a obrar de una u otra manera. Tal es el caso de la mujer sorprendida en adulterio que nos presenta el evangelio de hoy, a quien los escribas y los fariseos no le dan ninguna oportunidad de defenderse sino que la usan para retar a Jesús y tenderle una trampa. Contrario a lo que pensaban, Jesús ve en la mujer una valiosa oportunidad para reafirmar su condición de hija de Dios y revelar la verdadera fragilidad de quienes la juzgaban injustamente: “¡El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra!”. Pidamos al Señor en este día la capacidad de no juzgar a los demás por los prejuicios morales o sociales que tenemos hacia ellos. Sino aprender a mirarlos con bondad y misericordia.
Reflexionemos: ¿Tendemos a juzgar a los demás de manera precipitada?, ¿cómo podemos ser más misericordiosos con quienes nos rodean?
Oremos: Gracias, Señor, por tu ternura y tu compasión, por enseñarnos la importancia de no juzgar a los demás antes de mirar nuestras propias fragilidades. Amén.
Recordemos: Jesús nos invita a ser misericordiosos como el Padre.
Actuemos: Pidamos perdón en este día a aquella persona que hemos juzgado de manera precipitada.
Profundicemos: La misericordia es uno de los mayores regalos que Dios da a quienes abren su corazón a sus enseñanzas (Libro: Misericordia y consolación).