“Si aman a los que los aman, ¿qué recompensa tendrán?”
(Mt 5, 46)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La Cuaresma nos invita a ir un paso más allá de aquello a lo que habitualmente estamos acostumbrados en nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos. Así como lo afirma Jesús en el evangelio de este día, quizás para nosotros es más fácil amar y perdonar a quienes conocemos y nos llevamos bien, pero no tanto, a quienes nos confrontan por su forma de ser o de actuar, o aquellos que nos han hecho daño. Y es en estas realidades que nos confrontan tan abiertamente, que Dios nos llama a imitar su perfección, aquella no radica tanto en el cumplimiento de ciertas prácticas religiosas, sino principalmente en el aprender amar y perdonar más allá de nuestros propios límites e intereses. Pidamos al Señor, en este día la capacidad de amar y perdonar como Él.
Reflexionemos: ¿Somos capaces de ir al encuentro de quienes nos lastiman o confrontan para reconciliarnos?, ¿cómo podemos llevar a nuestra vida la perfección de Dios?
Oremos: Danos, Señor, un corazón capaz de acoger y aceptar a los demás como son. Un corazón misericordioso dispuesto a perdonar y reconciliarse a cada momento. Amén.
Recordemos: La perfección de Dios consiste en dilatar mucho más nuestro corazón para amar y perdonar a quienes más nos cuesta.
Actuemos: Salgamos al encuentro en este día de aquella persona con la que vivimos o tenemos alguna dificultad y manifestémosle nuestro deseo de reconciliarnos.
Profundicemos: Amar y perdonar al estilo de Dios solo es posible cuando hemos logrado acoger nuestra propia realidad humana y sanarla de su mano (Libro: Sánate interiormente. Dios te creó para ser feliz).