4 de Junio

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura de la Segunda Carta del apóstol san Pedro 3, 12-15a. 17-18

Queridos hermanos: ¡Ustedes esperan y apresuran la llegada del Día de Dios! Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados. Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia. Por eso, queridos míos, mientras esperan estos acontecimientos, procuren que Dios los encuentre en paz con Él, intachables e irreprochables, y consideren que la paciencia de nuestro Señor es nuestra salvación. Así pues, queridos míos, ya que están prevenidos, estén en guardia para que no los arrastre el error de esa gente sin principios ni decaiga su firmeza. Por el contrario, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 89, 2-4. 10. 14. 16

R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios / R.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: “Retornen, hijos de Adán”. Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna / R.
Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan / R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Que tus siervos vean tu acción y sus hijos tu gloria / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Ef 1, 17-18)

“El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama”.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17

“Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres veraz y no te preocupa lo que digan; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?”. Adivinando su hipocresía, les replicó: “¿Por qué me tientan? Tráiganme un denario, que lo vea”. Se lo trajeron. Y Él les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”. Le contestaron: “Del César”. Jesús les replicó: “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y se quedaron admirados.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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