¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?
(Lucas 1, 39-45)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En la liturgia de éste día podemos contemplar el encuentro de María e Isabel, dos mujeres en estado de gravidez que simbolizan en Isabel al pueblo de Israel que aguarda al Mesías y en María, se hace presente el cumplimiento de esa espera a favor de toda la humanidad. “¡Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!” Isabel reconoce en María al Dios presente y exulta de gozo, al igual que lo hace Juan en su vientre. Este doble reconocimiento expresa la alegría de la acogida y el encuentro de Dios que viene a visitar a su pueblo.
Reflexionemos: En esta sencilla escena que nos comunica la riqueza del cumplimiento de la promesa de Dios a su pueblo. Preguntémonos ¿Sé valorar la presencia del otro, cuando llega a mi vida sin que le haya hecho una invitación?
Oremos: Señor no dejes nunca de inquietarme y en cada amanecer pon en mi corazón el deseo de buscarte. Amén
Recordemos: “Mira: apenas llegaron a mis oídos tus palabras de saludo, la criatura que llevo en el vientre se estremeció de alegría”.
Actuemos: Hoy seré más amable en mi forma de tratar a los demás.
Profundicemos: “Nosotros esperamos en el Señor: Él es nuestro auxilio y escudo; con Él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos” (Sal. 32)
Te invitamos a profundizar La Palabra de Dios con el Misal popular .