“Mi alegría ya nadie se las podrá quitar”
(Juan 16, 20-23a)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Los discípulos se sienten profundamente amados por Jesús en sus limitaciones y fragilidades, por eso, el anuncio de su partida les colma de tristeza y Jesús lo sabe bien, por ello en el evangelio de hoy les dirige palabras de consolación y esperanza: ustedes están ahora tristes. Pero los volveré a ver, y su corazón se llenará de alegría, y esa alegría ya nadie se la podrá quitar.
Jesús educa a sus discípulos al ejercicio de la fe pascual que los llevará a una relación con Él más profunda, segura, íntima y transformadora, algo así como un nuevo nacimiento, un modo nuevo de vivir según Dios. Hoy, les asegura que el gozo que experimentarán estando con Él en su nueva condición gloriosa nadie se los podrá arrebatar del corazón.
La fe pascual es segura, crece con las dificultades, se afianza en la oscuridad.
Preguntémonos: Es bueno preguntarnos: la fe que vivo en mi cotidianidad ¿es una fe pascual, o todavía me asustan y me bloquean las dificultades? ¿Que certezas de fe necesito alimentar para caminar seguro en medio de la oscuridad y las dificultades? ¡Nada temo porque siempre estás conmigo Señor!
Oremos: Gracias Jesús por la seguridad y el gozo de sentirte vivo entre nosotros: ¡Ayúdanos a mantener viva la alegría de seguirte venga lo que venga, porque contigo todo terminará en victoria! Amén.
Recordemos: “Así también ustedes están ahora tristes. Pero los volveré a ver, y su corazón se llenará de alegría, y esa alegría ya nadie se la podrá quitar. Ese día ya no tendrán que preguntarme nada”.
Actuemos: En los momentos de tristeza o desolación alimentaré la certeza de la presencia viva de Jesús resucitado en mi corazón.
Profundicemos: Hermanos, estén alegres en el Señor, no en el mundo: es decir, alégrense en la verdad, no en la iniquidad; alégrense con la esperanza de la eternidad, no con las flores de la vanidad. Alégrense de tal forma que, sea cual sea la situación en la que se encuentren, tengan presente que el Señor está cerca; nada os preocupe.
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