Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz cada día y sígame
(Lucas 9, 22-25)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida.
Ayer Jesús nos invitó a rectificar nuestras intenciones para agradar al Padre que habita en nuestro corazón. Hoy nos recuerda el camino que el recorrió para agradar al Padre como un hijo que ama apasionadamente a sus hermanos. Para ello Jesús debía sufrir mucho, ser reprobado, condenado a muerte, morir y resucitar al tercer día:
Y al revelarnos su identidad de Mesías crucificado, nos indica también cual es la nuestra con estas palabras: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. Parece duro, pero negarse a sí mismo no es mortificar nuestras energías vitales o negar los dones que hemos recibido, sino un empeño sincero para no afirmarnos a nosotros mismos, considerándonos el centro de todo; nadie se realiza viviendo para sí mismo, sino saliendo de sí y donándose a los otros por amor. Otro camino de felicidad es una ilusión.
Reflexionemos:
Y como Jesús sabe bien cuanto nos es difícil aceptar lo que nos desagrada, nos invita a cargar con Él la cruz de cada día; porque El ya dio valor divino a todo sufrimiento humano, y si vivimos unidos a Él las fatigas y contrariedades de cada día, estas tendrán un valor redentor para nosotros y para los demás: Con Jesús nos es posible sufrir con paz y hasta con alegría, y además damos vida al mundo. Contigo Señor todo peso es más ligero!
Oremos:
Gracias Jesús porque entregando tu vida por amor, nos trazaste el camino de la felicidad verdadera, y resucitado sigues caminando con nosotros y nos sostienes cuando la cruz hace flaquear nuestras fuerzas. Aumenta nuestra fe Señor.
Recordemos:
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero perdiéndose uno mismo o acabando consigo?”.
Actuemos:
Estaré a atento a no buscar mis propios intereses en el servicio que presto a los demás.
Profundicemos:
«Para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo esta en la Cruz, y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra.» «Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de si mismo y sin llevar consigo algo de la Cruz de Jesús a la propia vida»