“¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” (Lc 13, 7)
En el evangelio de hoy, Jesús nos invita a no juzgar tan duramente las contrariedades que viven o sufren los demás por sus acciones y a reconocer la importancia de ser pacientes con nuestros límites y con los de los otros. Como la higuera plantada en la viña, quizás nosotros no hemos dado los frutos esperados, pese a todos los medios que como creyentes tenemos a la mano cada día para convertirnos y ser mejores personas. Hemos dejado pasar muchas oportunidades para mejorar y cambiar nuestra vida, lo cual, al hacerlo consciente, nos lleva a sentirnos impotentes y querer como el dueño de la viña cortar de raíz nuestros límites y fragilidades. Pero Jesús, hoy nos invita a mirarlos de nuevo con misericordia, trabajarlos y aprender a caminar con ellos: “‘Señor, déjala todavía este año; Yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas’”.
Reflexionemos:
¿Cómo acogemos nuestros límites o fragilidades personales?, ¿qué enseñanza nos deja el evangelio de hoy?
Oremos:
Danos, la gracia, Señor, de aprender a caminar y acoger con misericordia nuestros límites y fragilidades personales. A hacer de ellos, un medio que nos solidarice mucho más con el sufrimiento y el dolor de nuestros hermanos. Amén
Recordemos:
Jesús nos invita a ser misericordiosos con nosotros mismos y con quienes nos rodean.
Actuemos:
Acojamos en este día nuestros límites personales y pidámosle al Señor, la gracia de transformarlos de su mano y aprender a caminar con ellos.
Profundicemos:
Mirar nuestros límites con misericordia parte del deseo de conocer mucho más nuestra vida y hacer de ella un camino de superación y felicidad (Libro: En busca de la felicidad).