“¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?” (Mt 22, 36)
En este día en que recordamos la memoria de san Bernardo, doctor de la Iglesia, fundador del monasterio cisterciense de Claraval y gran amante de la Virgen María, el evangelio nos invita a contemplar el amor a Dios, al prójimo y a sí mismo, como el mandamiento principal. Amor que San Bernardo encarnó en su vida, al renunciar a las comodidades y privilegios con que nació, para colocar todos sus dones, capacidades, luchas y sueños al servicio de Dios y del Evangelio. Ejemplo que también nosotros podemos seguir desde los diferentes estados de vidas en que nos encontramos y las tareas que realizamos, entregando como san Bernardo y Jesús, lo mejor de nosotros mismos a los demás. Solo así, el amor al que nos llama el evangelio de hoy, deja de ser un bello sentimiento para encarnarse en nuestra realidad. Pidamos al Señor, en este día, por intercesión de san Bernardo, la capacidad de amar sin medida a quienes están a nuestro lado y en todo lo que hacemos.
Reflexionemos:
¿Amamos a Dios en nuestros hermanos y en nosotros mismos?, ¿cómo podemos encarnar más el amor en nuestra vida?
Oremos:
Enséñanos, Señor, a amar como tú al Padre en nuestros hermanos. A ser más misericordiosos con nosotros mismos y con quienes están a nuestro lado. Amén.
Recordemos:
La medida de nuestro amor, es amar sin medida (San Agustín).
Actuemos:
Meditemos en esta jornada la manera cómo podemos amar más a Dios en las personas que nos rodean.
Profundicemos:
El amor no es solo un sentimiento que nos lleva a aceptar al otro como es, sino una actitud que nos enseña a salir cada vez más de nosotros mismos para ponernos al servicio de los demás (Libro: El amor es la única revolución).