“Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (Mt 6, 21)
Muchas veces, dedicamos todos nuestros esfuerzos y energías a la obtención de nuestras metas, ideales, oportunidades de trabajo que son importantes pero que no encierran todas las dimensiones de nuestra existencia. También es necesario fortalecer nuestra dimensión espiritual y con ella, nuestra experiencia de fe. Hoy Jesús en el evangelio de este día, nos invita a acumular tesoros no solo para las realidades terrenas que vivimos, sino también para el cielo, es decir, para alimentar y cultivar nuestra relación con Dios. Para ello, es necesario centrar nuestra mirada en las enseñanzas de la Palabra y aprender a iluminar las diferentes realidades que vivimos desde ella: “Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. Pidamos al Señor, que abra cada día nuestra mente, nuestro corazón y nuestra voluntad a sus enseñanzas, y el deseo de orientar cada vez más nuestra vida desde ellas.
Reflexionemos:
¿En qué realidades centramos nuestros intereses?, ¿qué espacio damos a las enseñanzas de Dios en nuestra vida?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, abrir cada vez más nuestro corazón a tu Palabra para iluminar desde ella, las diferentes realidades que vivimos. Enséñanos a reconocer todos los valores que nos comunicas y nos llevan a ser mejores seres humanos. Amén.
Recordemos:
Centrar nuestra vida en Dios es tener su Palabra y sus enseñanzas como la luz que guía nuestra existencia.
Actuemos:
Pidamos al Señor en la oración que así como centramos nuestros esfuerzos en otros intereses también podamos dar un lugar privilegiado a las enseñanzas del Reino.
Profundicemos:
Una de las mejores maneras que tenemos para centrar cada vez más nuestra vida en Dios es a través de la oración y el encuentro cotidiano con la Palabra (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva).