7 de mayo

 

“Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Jn  15, 12)

 

Uno de los grandes regalos que nos ha dado la pandemia ha sido el sentirnos parte de una misma familia universal. Una familia que sufre y vive nuevamente la angustia y la vulnerabilidad frente al coronavirus, pero que también guarda la esperanza de superar, gracias al cuidado y la solidaridad de todos, este difícil momento. Hoy Jesús a través de su Palabra nos muestra que el mejor camino para hacerlo es a través del amor que nos une como hijos de un mismo Padre. Un amor que nos lleva a reconocernos como hermanos y nos mueve al servicio,  la entrega,  el diálogo, la solidaridad y el cuidado hacia el otro. Un amor que nos recuerda que aún en medio de la adversidad estamos llamados a dar fruto abundante a partir de nuestro testimonio de vida: No me escogieron ustedes a mí; fui yo quien los escogí, y los destiné para vayan y den fruto, y un fruto permanente”.

 

Reflexionemos:

¿Cómo  vivimos o expresamos el amor que recibimos de Dios en familia?, ¿qué enseñanzas o aprendizajes nos ha dejado la pandemia?

 

Oremos:

Abre nuestro corazón, Señor, al amor que cada día recibimos de ti. Ayúdanos a ampliar las fronteras de nuestro corazón a todos aquellos que sufren y necesitan de nuestra oración, cercanía y apoyo. Que como tú, sepamos hacer de nuestra vida una ofrenda de amor al Padre en el servicio a nuestros hermanos. Amén.

 

Recordemos:

Solo el amor de Dios nos lleva a reconocernos como hijos de un mismo Padre.

 

Actuemos:

Tengamos un gesto de amor y cercanía en este día hacia nuestros seres queridos.

 

Profundicemos:

El amor necesita ser cultivado cada día para que dé verdaderos frutos.  Para vivir en el amor te ayudará a descubrir el amor como fuente de vida y de unión que acompaña cada etapa de nuestra vida (Libro: Para vivir en el amor).

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