Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños
(Marcos 7, 28)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El evangelio nos presenta a Jesús en tierra de paganos, una mujer cananea corre y grita tras Jesús pidiéndole que cure a su hija, se postra ante él, sus discípulos interceden ante Jesús para que socorra a esta gran mujer, si gran mujer que, ante la respuesta aparentemente displicente de Jesús, no la interpreta como una negativa sino como una simple espera, no se desanima, sino que la asume desde la fe y maravilla a Jesús con su expresión propia de una mujer gigante en la fe. También los perritos comen las migajas de la mesa que cae de sus amos. Que importante es la oración de intercesión, ella pide la sanación para su hija, los discípulos piden a Jesús que atienda a esa mujer, y he aquí Jesús que no deja en el silencio la actitud ejemplar de esta mujer y exclama: “por lo que has dicho anda que el demonio ha salido de tu hija”
Reflexionemos: Jesús va más allá de sus fronteras: la región de Tiro, se aloja en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió. Una mujer grande en su fe pide con insistencia por la sanación de su hija. Ante las situaciones duras de la vida ¿tengo la fe suficientemente fuerte para sortear obstáculos y confiar en la ayuda de Dios?
Oremos: Señor: dame la fortaleza suficiente para no dejarme abatir por los reveses de la vida, sino que, con tu ayuda, luche con fe y esperanza por lo que creo. Amén.
Recordemos: No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos. Pero ella respondió: Tienes razón Señor, pero también los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas, que tiran los niños.
Actuemos: Hoy rezaré por todas las personas que sufren a causa de la violencia.
Profundicemos: Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Sal 127 (Libro: Climas de Oración).