9 de agosto

“¿Qué podrá dar un hombre para recobrar su alma?”

( Mt 16, 24-28)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Queridos amigos, si bien recordamos, el evangelio de ayer concluía con una fuerte reprimenda que Jesús le dirige a Pedro, después de hacerles el primer anuncio de su pasión, muerte y resurrección, cosa que para Pedro resultaba inaceptable tal sufrimiento porque él veía en Cristo al Mesías, desde una manera de pensar muy humana. Jesús por su parte le dice: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios”. Es decir que hay divergencia entre nuestra lógica y los criterios divinos. Después de esto Jesús les deja claro a los discípulos cual es la suerte y el precio de quien desee libremente seguirlo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”. En ese negarse a sí mismo hay que optar por una manera de amar más radical, se debe ir a lo profundo del corazón y reconocer ahí la fuerza mayor que nos habita, y por tanto el tomar la Cruz es acoger la plenitud del amor de Dios, que se nos manifiesta en Cristo crucificado por quien hemos recibido la salvación.

 

Preguntémonos: Tomar la cruz y ponerla sobre los hombros es aprender a vivir desde la lógica del amor, a veces aceptando lo que desde nuestra perspectiva es contradictorio y doloroso ¿Soy de los que pido al Señor que me conceda la gracia de seguir amando aun cuando a nuestro alrededor hay personas y situaciones que nos hacen daño?

       

Oremos: Jesús Maestro, enséñame a caminar por la senda del amor, confiando en tu gracia, especialmente en los momentos de desolación. Amén

 

Actuemos: Por amor aceptaré las situaciones adversas y pediré a Dios la paz del corazón.                                                                                                                            

 

Recordemos: “Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?”

 

Profundicemos: “El Señor sea siempre bendito, porque su amor trae suavidad en medio de la amargura; él cambia los sufrimientos pasajeros de esta vida en méritos para la eternidad” (Padre Pío).

 

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