“Dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres”
(Marcos 7, 8)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El evangelio nos presenta una controversia entre fariseos y escribas venidos de Jerusalén contra Jesús, lanzan una dura acusación contra él y sus discípulos, “»¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?»
Jesús les responde aludiendo a la cita del profeta Isaías. “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi” (es decir: hipocresía e incoherencia de vida) y les invita a superar la tradición de los hombres y aferrase a los mandamientos de Dios. Jesús vino a hacer la voluntad de Dios y esto no es compatible con un culto vacío de Dios.
Reflexionemos: Los fariseos, al igual que el resto de los judíos, están aferrados a la tradición de sus mayores, Viven conforme a la tradición, pero olvidan los mandamientos de Dios. Dejemos resonar en nuestro interior lo que nos recuerda Jesús con las palabras de Isaías: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi”
Oremos: Señor ayúdanos a no quedarnos anclados en las tradiciones, sino a descubrir la riqueza del encuentro contigo, que nos mueve al compromiso. Amén.
Recordemos: Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan, son preceptos humanos.
Actuemos: No honraré a Dios solo con los labios sino con mis buenas obras.
Profundicemos: Señor Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra, cuando contemplo el cielo obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder? Sal 8 (Libro: Desde lo íntimo del corazón).