5 de agosto

“Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente”

(Mt 14, 13-21)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El amor de Dios se hace presente en el banquete eucarístico y cada vez que celebramos la Eucaristía acudimos al Señor llevando no sólo la necesidad personal, sino que entramos en comunión con el mundo y presentamos las necesidades de todos…puede ser de la familia, la comunidad, el pueblo, la nación, el continente, etc. Esa realidad que percibimos y que sabemos necesita de la intervención Divina. El Evangelio de hoy nos habla del milagro de la multiplicación de los panes realizado por Jesús cuando una gran multitud lo seguía para escucharlo y seguramente también con la necesidad de ser sanados. Y Jesús con una mirada que penetra el corazón supo leer y ser solidario con lo que este pueblo que lo seguía estaba necesitando. A la voz de los discípulos que se preocupan también por lo que humanamente pueden ver: “Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida”. Jesús responde con un gesto de compasión en el que Él mismo se identifica asumiendo el sufrimiento de los demás, por eso responde a los discípulos: “No hace falta que vayan, denles ustedes de comer”.  Y tomando lo poco que había “los cinco panes y los dos peces” con un signo de fe, se los presenta al Padre, alzó la mirada al cielo y pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que lo repartieran. Con este gesto Jesús nos enseña que no podemos ser indiferentes ante el dolor de los hermanos.

 

Preguntémonos: Celebrar la Eucaristía es un compromiso directo y personal, viviendo en Cristo, nuestra vida se hace pan partido y compartido para los demás. Creo en el amor de Dios Padre providente, que cuando doy algo a los demás él me bendice con generosidad?

       

Oremos: Jesús Maestro, concede un corazón misericordioso que sepa ver más allá de las apariencias, las necesidades y el dolor de los hermanos para salir a su encuentro con gestos solidarios. Amén.

 

Actuemos: Reconociendo el amor y la bondad de Dios Padre en mi vida, seré más generoso con alguien que descubra necesitado de ayuda.

 

Recordemos: “No hace falta que vayan, denles ustedes de comer”.

 

Profundicemos: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mt 4,4)

 

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