5 de abril del 2025

“¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?”

(Jn 7, 40-53

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Jesús es signo de contradicción, la gente lo ve de diferente manera, pero Nicodemo habla en defensa del Señor. Este texto está también dirigido a nosotros. Y frente a él podemos preguntarnos: ¿Qué opinamos de las actitudes de Jesús? El texto nos muestra diversas opiniones; vemos cómo el Señor suscita controversia, admiración, en síntesis, su vida no pasa desapercibida. Su presencia ha tocado el corazón de muchas personas y esto lo lleva a un proceso. Para algunos, es un profeta, un mesías. Los guardias del templo no sienten deseo de apresarlo, porque ven en Jesús a un hombre diferente, que ha dicho lo que nadie puede decir. En nuestro proceso, podemos también sentirnos confundidos frente a los desafíos que nos presenta nuestro Señor, sin embargo, debemos recorrer un camino para encontrarnos definitivamente con Él sintiendo que su presencia va transformando nuestra vida.

 

Reflexionemos: En un mundo de tantas contradicciones donde los dioses modernos nos hacen perder la razón y el sentido de la vida, estamos llamados a escuchar entre muchas voces, la voz de Dios, a que hagamos silencio interior, a que saquemos tiempo todos los días para orar y escuchar a Jesús quien nos habla por medio de su Palabra.

 

Oremos: Señor Jesús, enséñame a no juzgar a los demás de manera precipitada por su origen o sus creencias. Que de tu mano aprenda a reconocer la semilla de bien que hay en el corazón de cada persona que pones a mi lado. Amén.

 

Actuemos: Saco tiempo para hacer un retiro espiritual, que me permita profundizar el Evangelio de hoy y hago silencio para escuchar lo que el Señor me quiere decir. Invito a otras personas también para que en medio de sus posibilidades, se retiren y dispongan un espacio para que escuchen al Señor.

 

ProfundicemosCon los ojos del cuerpo observamos lo que sucede a nuestro alrededor, en la vida y en la tierra. Percibimos las diferencias entre la luz y la oscuridad, el blanco y el negro, lo feo y lo bello. Del mismo modo sucede con lo que percibe el oído: sonidos graves, agradables. Pero, también tenemos los oídos del corazón y los ojos del alma con los que podemos percibir a Dios. En efecto, Dios se da a conocer a los que pueden ver, una vez abiertos los ojos de sus almas (San Teófilo de Antioquia).

 

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