4 de Septiembre

“Me ha enviado para evangelizar a los pobres…”.

“Ningún profeta es aceptado en su pueblo”

(Lc 4, 16-30)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La Iglesia guiada y conducida por el Espíritu Santo nos ofrece elementos muy claves para que podamos descubrir el camino de salvación que estamos llamados a recorrer.

En el texto propuesto para hoy, Lucas nos presenta a Jesús, que conducido por el Espíritu Santo, entra el día sábado en la sinagoga de Nazaret para participar con sus coterráneos de la celebración litúrgica y unirse en oración a la escucha de la Palabra de Dios: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”.    Jesús nos enseña que con Él, se da el cumplimiento de las profecías ya anunciadas desde antiguo, y también nos dice cuál es el contenido de su misión. Liberar, sanar, restaurar a las personas, hacer cercana esa presencia de Dios. También nos dice que hay un momento preciso para buscar, escuchar y acoger la salvación: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír”. Cada día, cada nuevo amanecer, cada segundo de nuestra existencia, es una oportunidad que se nos brinda para volver el corazón a Dios en un camino de conversión.

 

Reflexionemos: Somos humanos, y muchas veces nos dejamos llevar por la envidia, el sin sabor o sentimos rabia cuando vemos en la otra persona los logros o frutos de aquello que nosotros mismos no hemos podido alcanzar, como le ha sucedidos a los compatriotas de Jesús, que al escucharlo se asombran, quedan perplejos, se llenan de ira y quieren despeñarlo para borrarlo del camino. ¿Sé manejar mis emociones y me dejo conducir por el Espíritu de Dios?

 

Oremos: Señor, concédeme docilidad interior para ser libre y acoger tu Salvación. Amén.

 

Actuemos: Aprenderé a vivir el “Hoy” de mi historia consagrando al menos cinco minutos de mi tiempo a la escucha de la Palabra de Dios.

 

Recordemos: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír”.

 

Profundicemos: “Para que haya paz en una comunidad, en una familia o en un país, en el mundo, tenemos que empezar a estar con el Señor. Porque donde está el Señor no hay envidia, no hay criminalidad, no hay celos, hay hermandad. Pidamos esto al Señor: nunca asesinar al prójimo con nuestra lengua y estar con el Señor, como estaremos todos nosotros en el cielo” (Papa Francisco)

 

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