4 de noviembre

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 1-2a. 11-12. 25-29

Hermanos: ¿Acaso habrá desechado Dios a su pueblo? De ningún modo: que también yo soy israelita, de la descendencia de Abrahán, de la tribu de Benjamín. “Dios no ha rechazado a su pueblo”, al que había elegido de antemano. Digo, pues: ¿acaso cometieron delito para caer? De ningún modo. Lo que ocurre es que, por caída, la salvación ha pasado a los gentiles, para darles celos a ellos. Pero si su caída ha significado una riqueza para el mundo y su pérdida, una riqueza para los gentiles, ¡cuánto más significará su plenitud! Pues no quiero que ignoren, hermanos, este misterio, para que no se engrían: el endurecimiento de una parte de Israel ha sucedido hasta que llegue a entrar la totalidad de los gentiles y así todo Israel será salvo, como está escrito: “Llegará de Sión el Libertador; alejará los crímenes de Jacob; y esta será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados”. Según el Evangelio, son enemigos y ello ha revertido en beneficio de ustedes; pero según la elección, son objeto de amor en atención a los padres, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial 93, 12-18

R. El Señor no rechaza a su pueblo.

Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros / R.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el juicio retornará a la justicia, y la seguirán todos rectos de corazón / R.
Si el Señor no me hubiera auxiliado, ya estaría yo habitando en el silencio. Cuando pensaba que iba a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostenía / R.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 11, 29ab)

Tomen mi yugo sobre ustedes –dice el Señor–, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-11

“Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”

Un sábado entro Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos lo estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: “Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que los convidó a ti y al otro, y te diga: ‘Cédele el puesto a este’. Entonces, avergonzado, iras a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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