“Contigo hablo, niña, levántate”
(Mc 5, 21-43)
Reflexionemos: Que hermosa actitud la de esta mujer, después de haber experimentado esa fuerza transformante que salía de Jesús, se postró delante de Él como signo de disponibilidad a su gracia. También nos pasa a nosotros cuando Jesús que es la Vida, toca nuestro corazón y nos dice “Tu fe te ha salvado”.
Oremos: Jesús Maestro que eres la Verdad, gracias por tu Palabra de cada día, acompaña nuestro camino de fe. Permite que encontremos personas que nos orienten frente a las enseñanzas de la Iglesia. Amén.
Actuemos: Me examino: ¿Es mi camino de fe, una expresión coherente en mi relación con los demás?
Recordemos: “Nada pues, es más propio para afianzar nuestra fe y nuestra esperanza que la convicción profundamente arraigada en nuestras almas de que nada es imposible para Dios” (CIC, 274).
Profundicemos: Profundiza en este día el hecho de creer que lo que has recibido forma en ti convicciones profundas.
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