“Llegaron a la orilla del lago en la región de los gerasenos”
(Mc 5, 1)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El evangelio de este día nos invita a entrar en comunión con la realidad de dolor y sufrimiento que vivía el endemoniado de Gerasa. Un hombre que sufría no solo a causa del mal que lo atormentaba, sino también por el aislamiento social, que a raíz de su condición física, estaba sometido: “Él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo”. Al percibir la presencia de Jesús, el endemoniado se sintió más atormentado, reconoció su verdadera identidad y le pidió que lo dejara en paz. Pero Jesús, sintió compasión por él y lo liberó del gran mal que lo atormentaba, pese a la confrontación que este hecho le trajo con los habitantes de la región: “Ellos le rogaban que se marchase de su país”. Pidamos al Señor en este día, la gracia de liberarnos de todos los males físicos y espirituales que nos impiden entrar en comunión con Dios y con quienes nos rodean.
Reflexionemos: ¿Qué males atormentan hoy nuestra vida?, ¿cómo podemos superarlos de la mano de Jesús?
Oremos: Sana, Señor, nuestro corazón de todas aquellas actitudes o realidades que nos separan de ti y nos llevan a encerrarnos en nosotros mismos. Amén.
Recordemos: Jesús es el único capaz de liberarnos de los males que nos atormentan.
Actuemos: Confiemos al Señor en este día los males físicos y espirituales que vivimos y nos impiden ir a su encuentro.
Profundicemos: Jesús es el único capaz de liberarnos de los males que roban la paz de nuestro corazón (Libro: Vencer el demonio con Jesús).