30 de agosto

“Son hijos de los que asesinaron a los Profetas”

(Mt 23, 27-32)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En el evangelio que nos presenta san Mateo, continuamos escuchando los lamentos de Jesús en contra de quienes se oponen a sus enseñanzas, y utiliza una palabra fuerte “Hipócritas”. El hipócrita es el hombre que actúa, es el actor que ama la farándula y cada uno de sus gestos, tienen como fin llamar la atención. La raíz profunda de la hipocresía es el egoísmo, el hacer todo por uno mismo, no por los demás ni por Dios. El egoísmo es todo lo contrario al amor. Jesús quiere desenmascarar la hipocresía de los escribas y fariseos, por ello utiliza dos imágenes. La primera, sepulcros blanqueados. Estos lugares eran fáciles de reconocer porque eran pintados con tinta blanca para esconder los huesos de los muertos y para no contaminarse. Jesús los utiliza para mostrar que el interior de los fariseos está lleno de iniquidad e hipocresía, por ello el creyente debe estar atento a no dejarse contaminar por estas dos actitudes negativas.

En la segunda imagen, Jesús acusa a los fariseos de edificar sepulcros y mausoleos a los profetas sin querer abrazar la conversión del corazón. La edificación verdadera es aquella que manifiesta un cambio real de mentalidad, que lleve al creyente a vivir de manera coherente. Nuestra vida cristiana no debe basarse solo en expresiones externas, sino en la comunidad constante con el Señor que nos lleva a vivir de manera integral nuestra existencia.

 

Preguntémonos: ¿Soy  coherente con mis palabras y mis acciones? ¿Qué imagen de mí mismo presento a quienes me rodean? 

 

Reflexionemos: Jesús critica la falta de coherencia entre palabra y práctica, entre interior y exterior.

 

Oremos: Oh Jesús Maestro, edifica nuestros corazones y llénalos de la gracia de tu amor. Ayúdanos a vivir de manera coherente con nuestra fe para dar un auténtico testimonio de tu Palabra.  Amén.

 

Actuemos: Hoy me propongo vivir de manera coherente y apartarme de todo aquello que me separe de ti.

 

Recordemos: “¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro” (Salmo 138)

 

Profundicemos: “Que el Señor nos dé a todos,  luz y valor: Luz para conocer lo que sucede dentro de nosotros y valor para convertirnos, para acercarnos a Él ya que es hermoso estar cerca del Señor”. (Papa Francisco)

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