3 de septiembre

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías 20, 7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; has sido más fuerte que yo y me has podido. He sido a diario el hazmerreír, todo el mundo se burlaba de mí. Cuando hablo, tengo que gritar, proclamar violencia y destrucción. La palabra del Señor me ha servido de oprobio y desprecio a diario. Pensé en olvidarme del asunto y dije: “No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre”; pero había en mis entrañas como fuego, algo ardiente encerrado en mis huesos. Yo intentaba sofocarlo, y no podía.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 62, 2-6. 8-9

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua / R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario, viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios / R.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos y mis labios te alabarán jubilosos / R.

Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo. Mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene / R.

Segunda Lectura

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2

Los exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es su culto espiritual. Y no se amolden a este mundo, sino transfórmense por la renovación de la mente, para que sepan discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Ef 1, 17-18)

El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 21-27

“Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo”

En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasar-te”. Jesús se volvió y dijo a Pedro: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios”. Entonces dijo a los discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada cual según su conducta”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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