“Herodes mandó decapitar a Juan, y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús”
(Mt 14, 1-12)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
San Juan Bautista, es el único santo que en el calendario romano tiene celebración litúrgica que nos recuerda tanto su nacimiento, como su muerte a través del martirio. Juan, ya en el AT fue anunciado por los profetas, nacido de padres en edad avanzada, fue quien en el desierto preparó el camino para el Salvador y su predicación fue un llamado constante a la conversión de corazón; se hizo pequeño reconociendo a Cristo como el “cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. En su humildad y libertad supo dejar el camino abierto para que Cristo fuera escuchado y seguido como el enviado del Padre…fue decapitado por predicar la verdad; murió por Cristo, fue fiel a su misión de no callar ante las injusticias de un imperio tirano y opresor. Su corazón indiviso estuvo siempre alimentado por una profunda comunión con Dios. Fue concebido como fruto de la oración en el corazón suplicante de unos padres ancianos, mientras Zacarías ofrecía inciensos en el templo de Jerusalén, recibió el anuncio del hijo que el Señor le concedería, también Isabel salta de gozo y alegría al reconocer el don de Dios. Por su parte Juan en el desierto, privado de toda seguridad material y experimentando su propia pobreza se fortalece y acrecienta su relación con Dios, permaneciendo firme en la Verdad que es la que da el valor para afrontar cualquier dificultad.
Preguntémonos: Como cristiano soy fiel en el tiempo que dedico al Evangelio, para dejar que Dios en su Palabra me de la felicidad que brota de vivir en la verdad?
Oremos: Espíritu Santo, tú que habitas en lo profundo de mí ser, concédeme un corazón humilde para amar buscando siempre la gloria de Dios en un servicio desinteresado a los hermanos. Amén.
Actuemos: Más oración para crecer en el amor.
Recordemos: El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: “Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.
Profundicemos: Que en nuestro corazón siempre la persona de Jesús ocupe el primer lugar.
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