“Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo que amaba, dijo a su madre, Mujer ahí tienes a tu hijo, luego dijo al discípulo ahí tienes a tu madre”
(Jn 19, 26)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Con la festividad de Pentecostés ha culminado el tiempo pascual y justo al día siguiente de Pentecostés celebramos a María como Madre de la Iglesia; para retomar acompañados por Ella el tiempo litúrgico ordinario, seguros que esta Buena Madre nos iluminará y sostendrá en la vivencia cotidiana de nuestro seguimiento del Señor.
El evangelio nos permite contemplar hoy a Jesús, que levantado en alto agoniza durante tres horas acompañado por su madre, las otras Marías y Juan el discípulo amado. Jesús al ver “a su madre y a Juan junto a ella, dijo a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo, luego dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió como algo propio”. Estas palabras nos revelan la maternidad espiritual de María, que Ella comenzó a ejercer estando en oración con los discípulos en el cenáculo.
Por ello, María es madre de los discípulos del Señor, Madre de la Iglesia; Y a su vez la Iglesia es figura de María, porque con el poder del Espíritu Santo sigue engendrando a los hijos de Dios.
Reflexionemos: ¿Siento que la Iglesia es mi madre? ¿Cómo le expreso mi amor?
Oremos: Gracias, Jesús, porque desde la cruz, nos dejaste a María como Madre. Haz que por su intercesión la Iglesia sea cada día más fecunda y atraiga hacia Jesús a todos los pueblos. Amén.