“Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”
(Marcos 6,17-29)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Sin duda alguna, la lección central de este episodio esta en dejar clara cuál debe ser la postura de los profetas ante el poder político. Lo mismo Juan que Jesús jamás pretendió servirse de ese poder para realizar su misión.
La autenticidad del Evangelio se comprueba en la libertad ante el poder. Aunque eso cueste la vida misma. Esa fue la característica de Juan el Bautista, que no temía el odio de Herodías ni el poder de Herodes. Libertad y coraje era justamente lo que no tenía Herodes. Y esa falta de coraje para la verdad tiene sus consecuencias trágicas; engendrar muerte. No hay verdaderos procesos humanos sin la verdad.
Todos deberíamos ser “precursores”, anunciadores de Cristo Salvador, preparadores de sus caminos, para que otros lo conozcan y lo sigan.
Preguntémonos: ¿En qué punto se encuentra nuestra conciencia de ser profetas, y haber recibido una misión de anuncio y denuncia, según el proyecto de Dios?
Oremos: Señor Jesús, quiero ser un cristiano coherente y no alguien que se acomode a las exigencias del entorno social. No permitas que me aparte de tu verdad. Amén.
Recordemos: “Herodes respetaba a Juan. Sabiendo que era hombre honrado y santo, lo protegía; hacia muchas cosas aconsejado por él y lo escuchaba con agrado”.
Actuemos: Intente obrar siempre movido por lo correcto, antes que por la presión del que dirán de los demás.
Profundicemos: ¿Puede reconocer la voz de Dios en aquellas personas que le corrige de algún error? ¿Asumiría el rol de profeta en su comunidad?