28 de julio

“Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron” 

(Jn 6, 1-15)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Vamos a contemplar las actitudes y gestos de Jesús, para descubrir en ellos, los sentimientos que alberga en su corazón hacia nosotros, sus hermanos.

Al ver Jesús que una gran muchedumbre venía hacia Él, aun teniendo claro en su corazón lo que Él iba a hacer quiso involucrar a sus discípulos compartiendo con ellos sus sentimientos de solidaridad. Felipe, que está a su lado, lo ve como algo imposible; Andrés presenta a Jesús un muchacho que tiene cinco panes y dos peces, aun sabiendo que eso era nada para tanta gente.

Ese poco, realmente no es nada, pero a Jesús le basta, manda que los hagan recostar; tomó los panes y los peces dio gracias y los repartió entre todos que comieron hasta saciarse; eran alrededor de cinco mil personas. Jesús, aunque hubiera podido, no creó los panes y los peces de la nada, sino que actuó a partir de lo que le dieron los discípulos. Qué hermoso ver como Jesús parte de lo poco que le damos; y nos demuestra que el compartir lo que se tiene, aumenta en nosotros el amor y permite que Dios haga prodigios.

 

Preguntémonos: ¿Estoy dispuesto a compartir lo poco que tengo con los que están más necesitados? ¿Me preocupo por conocer y socorrer las necesidades de las personas que encuentro cada día?       

   

Oremos: Amado Jesús, tu corazón compasivo y solidario me invita a socorrer las necesidades de las personas que encuentro en mi diario vivir, como lo haces tú; ensancha mi corazón y dame tus mismo sentimientos. Amén.

 

Actuemos: Hoy quiero compartir lo poco que tengo para que Jesús levante a quienes están más necesitados. 

  

Recordemos: “Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo’. Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo”.

 

Profundicemos: “A Dios le encanta actuar así, hace grandes cosas a partir de las pequeñas y gratuitas. Humanamente es ilógico. Pero no para Dios. De hecho, gracias a ese pequeño don gratuito y, por tanto, heroico, Jesús puede saciar a todos. Es una gran lección para nosotros. Nos dice que el Señor puede hacer mucho con lo poco que ponemos a su disposición. Sería bueno preguntarnos todos los días: ¿Qué le llevo hoy a Jesús?” (Papa Francisco).  

                                                 

 

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