28 de diciembre de 2024

“Herodes mandó matar a todos los niños en Belén”

(Mt 2, 13-18)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La Palabra nos coloca en este día ante la contemplación del misterio de la muerte en la fiesta de los santos inocentes. La narración históricamente está ubicada la persecución que sufrieron los niños de la época del nacimiento de Jesús a causa de Herodes, quien sintió el nacimiento del Mesías anunciado por los reyes como una amenaza a su estabilidad política y su poder, de ahí, que había que extinguirlo. El texto coloca en evidencia dos misterios aparentemente opuestos, la muerte de los niños inocentes y la vida del recién nacido porque después, cuando llegue el tiempo de Dios, será Él quien morirá para dar la vida. La muerte de los inocentes causa dolor y conmoción en Belén. El poder de Herodes es capaz de destruir la esperanza de tantas familias, quienes tienen como única riqueza a sus hijos y no un imperio como el del rey. Dolor que en la historia sigue siendo causa de muerte de tantas familias inocentes para quienes el poder de unos pocos continúa arrebatando lo más preciado, sus hijos. En este designio doloroso, el don de la vida amenazada del Mesías es privilegiadamente protegido, gracias a la apertura al plan de Dios de José, el esposo de María. Abierto a los designios de Dios en sus sueños, es instrumento de la voluntad del Padre para con el Hijo, quien viviendo llevaría a cumplimiento su misión. El silencio de José, de nuevo le permitió una escucha profunda, que va más allá de lo que acontece para salir de prisa, en la noche, con la confianza que al amanecer una nueva tierra abrazará los designios de Dios.

 

Reflexionemos: Las realidades de mi entorno me pueden llevar a acoger la vida defendiéndola, como José o provocando muerte como Herodes ¿cuál defiendo o privilegio?

 

Oremos: Niño del alma, enséñanos a través del testimonio de san José, padre en la tierra, a estar abiertos a los planes de Dios para defender la vida y cuidarla. Amén.

 

Actuemos: Dos son las actitudes de acogida de Jesús presentadas en esta fiesta. La primera, la de Herodes, quien se siente amenazado y provoca muerte. La segunda, la de José, quien asumiendo su misión se abre a la novedad de Dios y cuida de la vida del niño saliendo de prisa a Egipto, sin importar la condición de la huida sale como tantos caminantes hoy, en condición de desplazamiento o inmigración.

 

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