“Los santos inocentes Herodes mando matar a todos los niños de dos años para abajo en Belén”. (Mateo 2, 13-18)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hagamos nuestros los sentimientos de Papa Francisco: Los evangelistas… nos anuncian el nacimiento del Hijo de Dios también envuelto en una tragedia de dolor. Citando al profeta Jeremías, Mateo lo presenta con gran crudeza: «En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos». Es el gemido de dolor de las madres que lloran las muertes de sus hijos inocentes frente a la tiranía y ansia de poder desenfrenada de Herodes. Un gemido que hoy también podemos seguir escuchando, que nos llega al alma y que no podemos ni queremos ignorar ni callar. Hoy en nuestros pueblos, lamentablemente –y lo escribo con profundo dolor–, se sigue escuchando el gemido y el llanto de tantas madres, de tantas familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes.
Contemplar el pesebre es también contemplar este llanto, es también aprender a escuchar lo que acontece a su alrededor y tener un corazón sensible y abierto al dolor del prójimo, más especialmente cuando se trata de niños; y también es tener la capacidad de asumir que hoy se sigue escribiendo ese triste capítulo de la historia. Contemplar el pesebre aislándolo de la vida que lo circunda sería hacer de la Navidad una linda fabula que nos generaría buenos sentimientos pero nos privaría de la fuerza creadora de la Buena Noticia que el Verbo Encarnado nos quiere regalar.
Reflexionemos:
… Hoy, teniendo como modelo a san José, estamos invitados a no dejar que nos roben la alegría y custodiarla de los Herodes de nuestros días… Y como san José, necesitamos coraje para levantarnos, asumir esta realidad y tomarla entre las manos. El coraje de protegerla de los nuevos Herodes de nuestros días,[…] La Navidad es un tiempo que nos interpela a custodiar la vida y ayudarla a nacer y crecer; […] .
Oremos:
Dios de bondad, Padre de la vida, danos el valor de san José para levantarnos en medio de las noches que vivimos y a ponernos en marcha en defensa de la vida movidos por el amor que Tu ofreces en Tu Hijo amado para que en Él todos tengamos la dicha de reconocernos hijos tuyos y hermanos entre nosotros. Amén.
Recordemos:
“Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto, quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”
Actuemos:
Allí en el habiente concreto de mi cotidianidad estaré atento a las necesidades y sufrimientos de quienes estan a mi lado.
Profundicemos:
Nos queda en el alma no solo aquella imagen triste de esos niños muertos, para que viviera el Mesías, y el llanto de esas familias, sino también las palabras del Ángel del Señor, aquellos verbos: “prepárate, toma, huye, quédate allá ”. Dios quiere que nuestra fe esté siempre en salida, que estemos preparados y dispuestos en medio de cualquier realidad y circunstancia. Que tomemos a su hijo y a su madre como referente para seguir su llamado