Nacimiento de Juan, el Bautista, anunciado por Gabriel
(Lucas 1, 5-25)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La oración sincera, confiada y perseverante siempre conmueve el corazón de Dios. Hoy podemos ver como a Zacarías e Isabel, una pareja avanzada en edad, Dios envía a su Ángel para anunciar el nacimiento del hijo que tanto habían deseado. “No temas, Zacarías, que tu oración fue escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que debes ponerle el nombre de Juan”. Anuncio que lo toma por sorpresa y lo hace dudar, porque es consciente que humanamente por su propia condición y la de su esposa esto era imposible. “¿Y cómo sabré que esto es verdad?”. Pero Dios va mucho más allá, de nuestros temores y falta de fe. El ángel le da algunos signos, mientras se muestra la acción salvífica del Señor, presente en la vida y en la historia de los pueblos, de las familias, del creyente los cuales iluminan la mente y el corazón para permitirnos acoger el proyecto de vida que nos indica el Señor y glorificar su nombre: “¡El Señor se ha dignado librarme de esta humillación a la vista de todos!”.
Reflexionemos: Zacarías se encuentra en el templo de Jerusalén, cumpliendo con su oficio sagrado delante de Dios y en oración de intercesión por su pueblo, y aquí tiene el privilegio de alcanzar la gracia de Dios. Preguntémonos: ¿Soy constante en mi oración o la abandono con facilidad porque creo que Dios no me escucha?
Oremos: Gracias Señor, porque todo lo haces don. Por la forma discreta como actúas a favor de la vida. Amén.
Recordemos: “No temas, Zacarías, que tu oración fue escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que debes ponerle el nombre de Juan”.
Actuemos: Hoy dedicaré más tiempo a la oración, en especial para pedir al Espíritu Santo que aumente mi fe.
Profundicemos: “Toda la existencia del Precursor de Jesús es alimentada por una relación con Dios, especialmente en el tiempo de permanencia en el desierto”. Benedicto XVI.
Te invitamos a profundizar La Palabra de Dios con el Misal popular .