“Amen a sus enemigos”
(Mt 5, 43-48)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Toda la enseñanza moral de Jesús se resume en un solo principio: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 39). Debemos amar a nuestros prójimos tal como son, porque así como yo, ellos tam- bién son hijos queridos por Dios. Quien no ama a su hermano, no ama a Dios. Esto se ve de manera particular en el respeto que se debe tener por la vida del otro. No puede llamar a Dios Padre ni tomar parte en el banquete de la fraternidad quien primero no haya perdonado a su hermano e incluso a sus enemigos, o no hace lo posible por restablecer la relación que se ha roto. La indicación de Jesús consiste, entonces, en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles.
Tomado de: La Palabra, Pan de vida. Comentario al Evangelio diario 2024, Paulinas – Comentarios: Raúl Enrique Castro Chambi, S.J. y Carlos Cardó, S.J.
Preguntemos: ¿Será que soy capaz de amar a mis enemigos? ¿Estoy dispuesto a cambiar mi actitud y ser una persona extraordinaria así como me lo pide el Señor? ¿Puedo orar por quienes me hicieron, hacen y harán daño? ¿Aceptó de corazón esto que el Señor me pide?
Oremos: Señor Jesús, enséñame a responder con amor, sabiduría y templanza a los que buscan herirme. Enséñame a ir más allá de las leyes y obligaciones humanas. Enséñame a amar primero, a perdonar y a orar por todos los que no me quieren o desean el mal para mí. Amén.
Actuemos: “Dos llaves abren el corazón de Dios: el amor y el perdón. Dos llaves abren el corazón del hombre: el amor y el perdón. Lleva las llaves al cuello y abre las puertas que parecen cerradas, así abrirás las puertas del corazón de Dios” (P. Juan Jesús Riveros).
Recordemos: Ser hijos del Padre significa llevar marcadas las huellas del Padre en nuestros rostros, más aún, participar en lo íntimo de nuestro ser del mismo ADN que el Padre. Cuando yo llego a perdonar al enemigo en lo profundo del corazón se ha obrado un verdadero milagro.
Profundicemos : Yo, por mí mismo, no puedo. Hay dentro de mí un Dios maravilloso que me ama y hace en mí verdaderos prodigios.
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