“En el mundo van a sufrir, pero tengan confianza: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33)
En el evangelio de este séptimo lunes de Pascua, Jesús habla a sus discípulos sobre la proximidad de su hora. Hora en la que no solo está llamado a ofrecer su vida, sino que también experimentará el abandono de sus amigos y compañeros más cercanos. Pese a ello, Jesús no decae ni se desmorona, sino que sigue adelante con su misión ya que tiene puesto todo su interés y su confianza en el Padre: “Ya llegó la hora en que se van a dispersar cada uno por su lado, y me van a dejar solo. Aunque no quedo solo, porque el Padre está conmigo”. Al igual que los discípulos, a través de sus palabras de ánimo y realismo, Jesús hoy nos enseña que el sufrimiento hace parte de la vida, pero que en nosotros está la clave para afrontarlo; por ello, nos invita a no sentirnos solos, a llenarlos de valor y a enfrentar los desafíos que la vida a diario nos presenta colocando toda nuestra confianza en el Padre: “Tengan confianza: yo he vencido al mundo”.
Reflexionemos:
¿Hemos experimentado el abandono de nuestros amigos o familiares más cercanos?, ¿cómo lo hemos superado?
Oremos:
Gracias señor por invitarnos a vivir la misma confianza que tuviste en el Padre. Ayúdanos a no sentirnos solos, ni desanimados por los retos y desafíos que la vida en este momento de crisis y enfermedad nos presenta. Amén.
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Recordemos:
Dios nunca nos abandona ni nos deja solos.
Actuemos:
Confiémosle al Señor en la oración de este día, las dificultades o los problemas que tenemos y roban la paz de nuestro corazón.
Profundicemos:
La confianza nace desde las relaciones que vivimos en el seno de nuestras relaciones familiares, por eso, enseñar a nuestros hijos a cultivarla es de gran importancia para que ellos puedan abrirse más fácilmente al misterio de Dios en sus vidas. (Libro: Leandro. El color de tus decisiones).