17 de diciembre 2024

“Genealogía de Jesucristo, hijo de David”

(Mt 1, 1-17)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La encarnación del Hijo de Dios en la historia asumió la condición de la descendencia, propia de las familias y sus generaciones con sus realidades personales, que entre sus luces y sus sombras, han hecho que acontezca como historia de salvación. La narración del evangelista Mateo en la genealogía de Jesús hoy, presenta las generaciones que antecedieron al nacimiento de Jesús. Cada una de ellas vivió experiencias muy particulares como los destierros, las deportaciones de las grandes potencias de la época como Babilonia. Condiciones que desviaron el corazón de las personas hacia la idolatría. Muchos de ellos en tierra extranjera se olvidaron de su único Dios, y solo quien mantuvo el corazón fiel, quien dio testimonio de Él, quien deseo volver a pueblo y a su tierra, mantuvo vivas las promesas mesiánicas.

Todas las personas que conformaron cada una de las generaciones vivió su propia historia y llevaron “el tesoro de las tablas” en vasijas de barro, es decir, en la fragilidad de su propia debilidad, en el pecado de sus propios deseos; de hecho, allí aconteció junto a Jesé para que naciese el gran David. Si bien la vuelta al templo con Salomón fue majestuosa, sus hijos desviaron los ojos del gran reino para dividirlo y fragmentarlo según sus intereses. Así son los colores tan diversos de las generaciones que prepararon el gran nacimiento del Mesías, tan es así que no hubo palacio preparado para su nacimiento.

 

Reflexionemos: Si Jesús vivió la experiencia de una familia que acunó su paso en la humanidad, cuanto más a nosotros el don de nuestras familias ha arropado nuestra condición frágil y vulnerable, haciendo de este momento el don de la luz en nuestras vidas, la alegría de nuestras familias, especialmente para nuestros padres.

 

Oremos: Ven, Señor Jesús, a sanar las realidades y circunstancias que han antecedido el milagro de la existencia en mi familia, en mi generación. Gracias porque tu nombre viene de lejos, en los rostros de hombres y mujeres que, creyendo en tu gracia, me han traído a la vida y a la historia. Amén.

 

Actuemos: Hoy es importante reconocer las generaciones que han antecedido el don del nacimiento, de la vida descubriendo sus dones y fortalezas con gratitud, y pidiendo perdón por aquellas realidades que condicionaron la historia de la familia, sobre todo con experiencias que marcaron las diversas generaciones.

 

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