“‘Negocien mientras vuelvo’”
(Lc 19, 13)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Como los empleados del evangelio de este día, Dios nos ha confiado ciertos dones y talentos que estamos llamados a fructificar, empezando por nuestra propia vida. Tal vez como los empleados sensatos hemos aprovechado cada experiencia que vivimos para fructificar nuestras capacidades y ponerlas al servicio de los demás: “‘Señor, tu onza ha producido diez’”. O tal vez, como el empleado holgazán, los hemos escondido por temor o por falta de voluntad: “Te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras’”. Aprovechemos esta jornada para revisar nuestra vida y mirar con cuál de los empleados del evangelio nos identificamos. Así mismo pidamos perdón a Dios, por las veces en que hemos desaprovechado las capacidades que nos ha dado.
Reflexionemos: ¿Cómo administramos las capacidades que hemos recibido de Dios?, ¿qué enseñanza nos deja el evangelio de este día?
Oremos: Ayúdanos, Señor, a fructificar mucho más cada uno de los dones y capacidades que recibimos de ti. A reconocer que nos diste nuestra vida para amar y compartirla con quienes nos rodean. Amén.
Recordemos: El mayor don que hemos recibido de Dios es nuestra propia vida.
Actuemos: Pidamos perdón al Señor por las veces en que movidos por nuestros egoísmos e intereses, nos olvidamos de compartir aquello que somos con quienes nos rodean.
Profundicemos: Nuestra vida cobra sentido en la medida en que la compartimos con quienes nos rodean (Libro: Sánate interiormente. Dios te creó para ser feliz).