16 de julio

“El día del juicio les será más llevadero a Tiro, a Sidón y a Sodoma que a ustedes”

(Mt 11, 20-24)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Jesús comenzó su misión anunciando la llegada del Reino de Dios a las ovejas descarriadas de Israel y después, Él y sus discípulos, fueron a llevar la Buena Nueva a todos los pueblos. Muchas personas especialmente los más sencillos acogían sus enseñanzas y cambiaban su modo de vivir; pero justo en Corazaín y Betsaida, ciudades más acomodadas y donde Jesús había hecho más milagros, no creyeron en Él. 

Por eso el juicio de Jesús sobre estas ciudades es más duro, las recrimina comparándolas con Tiro y Sidón, ciudades paganas que habitaban al norte de Galilea y que eran despreciadas por los judíos; ellos sí se habrían convertido de todo corazón.

Otra ciudad que causó a Jesús profundo dolor fue Cafarnaúm, donde había vivido por algún tiempo y había derramado con abundancia su misericordia; a ellos, Jesús, como advertencia, les recuerda a Sodoma y Gomorra destruidas por su maldad en tiempos de Abrahán, les dice que el juicio de Dios será más benévolo con estas ciudades que con ellos. Lo que quiere Jesús con todo esto es cambiar el corazón de todos, para que podamos participar en su gloria.

 

Preguntémonos: ¿Acojo los llamados a conversión que el Señor me hace en su Palabra, a través de personas y acontecimientos? ¿Permito que el Espíritu Santo actúe en mi corazón y cambie mi vida?    

   

Oremos: Amadísimo Jesús, quiero escuchar tu Palabra, acoger con alegría y gratitud la acción transformadora de tu Santo Espíritu; dame la gracia de ser dócil y disponible a tu gracia.  Amén.

 

Actuemos: Estaré muy atento a escuchar y acoger los llamados que el Espíritu Santo dirige a mi corazón y en las varias circunstancias de mi vida. 

 

Recordemos: “Y tú Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? ¡Bajarás al abismo!

 

Profundicemos: “He aquí uno de los elementos que la mentalidad de Jesús promueve en el ámbito de la transformación de las estructuras sociales difíciles: la toma de conciencia de la necesidad de salvación, la necesidad de la misericordia y del perdón. Quien no siente necesidad de conversión no puede dar el más mínimo paso para la entrada en el Reino” (P. Fidel Oñoro).

 

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