16 de Abril

Ocho días después, se les presentó Jesús

 (Juan 20, 19-31)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Cristo que ha vencido a la muerte se hace presente en medio de la comunidad de los discípulos que permanece reunida pero limitada “con las puertas trancadas por el miedo a los judíos” y les comunica el fruto de su resurrección: “¡Les traigo la paz!”. Y serenando el corazón de cada uno con su presencia viva, les muestra las llagas de sus heridas como signo de su amor donado. Jesús los colma de la alegría pascual, renueva ellos la  esperanza y los lleva a participar de su victoria soplando sobre ellos el don de su Santo Espíritu que los abre a la libertad de acoger la salvación proclamando su fe con el realismo y profundidad con que lo expresó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”.    

 

Reflexionemos: ¿En éste tiempo pascual, que dones siento que el Señor me está comunicando?  ¿Qué caracteriza mi confianza en el Dios de Salvación?

 

Oremos: Señor concédeme un corazón humilde para creer y anunciar tu verdad. Amén. 

 

Recordemos: “¡Dichosos los que creen sin haber visto!”. “! Así como el Padre me envió, los envío yo a ustedes”. En seguida sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”.

                                                                                                                           

Actuemos: Hoy confiaré en que todo lo que Dios dispone es para mí santificación

 

Profundicemos: Nuestro itinerario de fe tiene como contenido la experiencia personal que cada cristiano hace con el Señor Resucitado. Me dejo acompañar de su presencia y hago una lectura de mi historia personal a la luz de mi cercanía con Jesús.

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