“Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”
(Lc 3, 10-18)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hemos llegado al gozo de la tercera semana de adviento, el domingo de la alegría, del ya pero todavía no. La liturgia recuerda a través del color rosado que estamos a las puertas de celebrar el misterio de la encarnación y, a través de sus signos y gestos, advierte que es posible prepararnos y disponernos a la celebración del gran misterio, del don hecho carne. Dispongamos nuestro ser para que el misterio de la Palabra, hable, ilumine, conduzca el caminar que nunca será igual porque nuestra vida es dinámica, porque nuestra historia personal no es estática como tampoco lo fue para Juan Bautista. El bautismo de Juan es un bautismo de conversión y los signos de su predicación son acogidos entre sus coterráneos como los de un maestro, es decir, su predicación tenía un alto valor entre sus seguidores, caracterizado por la penitencia y la austeridad. En medio de esta gran expectativa de Juan entre su gente, es preciso aclarar su identidad, porque sus signos parecen confundir, si bien son los signos de la manifestación de Dios en medio de su pueblo. Cada vez que hay justicia, equidad y las expresiones de solidaridad son genuinas, el Reino de Dios acontece, Dios se manifiesta en medio de su pueblo. Juan Bautista hoy nos enseña a reconocer la misión que le es dada a cada cual, porque ninguno puede atribuirse la misión del otro, así el pueblo se la quiera dar. Su humildad prepara el camino para que verdaderamente viendo a Jesús, sea reconocido como el Maestro, el Camino, la Verdad y la Vida que el pueblo espera.
Reflexionemos: ¿A quién busco en mi vida?, a ¿Juan El Bautista, que parece ser la sombra del que es y no lo es? O, al ¿que viene, al “Dios con nosotros” ?, y en medio de esta realidad ¿me es posible reconocerle?
Oremos: Ven, Señor Jesús, con tu Espíritu y habita en nuestra historia. Purifica nuestras vidas con la gracia que nos fue dada en el bautismo y con el fuego de tu amor. Transfórmanos para que acontezca el “Dios con nosotros”. Amén.
Actuemos: El texto acentúa que el pueblo y la gente se mantenía en constante expectativa frente a la predicación de Juan Bautista. Esta deberá ser la actitud de nuestra parte. Mantenerse en expectativa indica la disposición de la persona que desea ver más allá de lo que está viendo, busca que se le revele el misterio en la cotidianidad de la vida.
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