“No impidan a los niños acercarse a mí; De los que son como ellos es el reino de los cielo”
(Mateo 19, 13-15)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El Evangelio de hoy nos sorprende con un mensaje muy expresivo de Jesús, Él no ha venido a traer paz, sino la guerra; luego nos dirá “mi paz les dejo, mi paz les doy” y “bienaventurados los que trabajan por la paz”, lo que nos hace pensar en una paz distinta a como nosotros la concebimos; no es la paz que da el mundo, es la paz que solo puede entender el hombre cuando deja que el Evangelio se vuelva norma de vida, es la paz del que entiende que debe perdonar a sus enemigos, es la paz del que no tiene miedo de hacer la voluntad de Dios. El Señor quiere que ese fuego, el de su amor, arda en el mundo y en cada corazón, es el fuego de un amor decidido por Él, con el que quiere hacer un mundo nuevo, limpio, purificado y nos advierte que esto va a traer divisiones, unos van a seguir su Buena Noticia, otros lo van a rechazar y eso empezará a pasar en la familia.
Los seguidores de Jesús no deberíamos perder la confianza y el aliento. Esta sociedad está necesitada de testigos vivos que nos ayuden a seguir creyendo en el amor, pues no hay porvenir para el ser humano si termina por perder la fe en el amor. El Evangelio es un programa de vida para personas generosas, decididas, valientes, testigos que desde lo más profundo de su alma hacen que el mundo arda de amor, de alegría, de vida, de bondad y de paz.
Oremos: Señor, te pedimos una sensación de paz más profunda dentro de nuestras propias vidas, con cada uno de los otros y contigo.
Recordemos: “No vine a traer tranquilidad, sino divisiones”.
Actuemos: Hagamos saber que el Señor es quien trae la paz a nuestras vidas, así como Él nos la da, démosla a nuestros hermanos.
Profundicemos: Vino a traer división y sabemos lo que esto significa: seguir a Jesús nos puede traer confrontación con los demás, incluso con los más cercanos y queridos. Pidamos sabiduría y fortaleza para saber cómo mejor lidiar con situaciones, cuando nuestras creencias nos llevan a diferencias con aquellos nuestro alrededor.