«Pasó la noche orando. Escogió a los doce, a los que también nombró apóstoles».
(Lc 6, 12-19)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Sobretodo haciendo eco en este momento, del llamado del Papa Francisco a vivir un año en profunda oración. Si algo hay característico en la persona de Jesús es su constante relación y comunicación con el Padre eterno. Si hemos estamos atentos escuchando el evangelio, descubrimos que las experiencias más importantes de su vida las ora, las reflexiona y las discierne en oración, propiciando espacios de soledad, en clima de diálogo constante con el Padre. Nos acaban de proclamar en el evangelio que Jesús: “Salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios”. Entendemos así que la elección de los apóstoles reviste una gran importancia, ya que serán ellos quienes estarán más cerca de Jesús y serán sus más cercanos colaboradores. Ellos fueron llamados después de haber compartido la vida con Jesús, quien oró por ellos y no improvisó al momento de escogerlos y llamarlos, para que hicieran parte de los apóstoles, que con el pasar de la vida serían capaces de dar la propia vida por la propagación del evangelio recibido de su maestro. Tengamos presente que la oración es un don que exige ser escogido, es una obra de Dios que exige de parte nuestra compromiso y continuidad, sería óptimo que nuestras grandes y profundas decisiones se dieran después del encuentro libre y sencillo con Dios en la oración.
Preguntémonos: ¿Cuáles son los criterios que tengo a la hora de tomar decisiones; bien sea personales, grupales, comunitarias o familiares? Pues de esas respuestas dependerá también la forma como la Palabra de Dios entra y hace parte de nuestra vida que, en palabras del evangelio, se manifestaba con tal fuerza “que curaba a todos”.
Oremos: Señor Jesús, enséñame a orar como tú y a entrar en continua intimidad y comunicación con el Padre. Que no tema entregarle mis preocupaciones, mis dificultades y los deseos más profundos de mi corazón. Renueva en mí el llamado que Dios me hace a defender la vida en todas expresiones. Que en todo pueda contar con Él, y tomar de su mano, las decisiones más importantes en la vida. Amén.
Actuemos: con fe y esperanza, con el convencimiento de que Dios camina con nosotros que somos su pueblo y ovejas de su rebaño..
Recordemos: las palabras que en su momento nos regaló el Papa Benedicto XVI: “Sin la oración diaria vivida con fidelidad, nuestro obrar se vacía, pierde el alma profunda, se reduce a un simple activismo que nos deja insatisfechos. Todos los pasos de nuestra vida, todas las acciones, también las de la Iglesia, deben ser hechas ante Dios, en la oración, a la luz de su Palabra”.
Profundicemos en el llamado que también hoy nos hace el Papa Francisco, cuando ha declarado este año 2024 como el Año de la Oración. Tiempo propicio de orar más los unos por los otros.
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