Coronita a San José
Tomado del libro de Oraciones de la Familia Paulina
(por el Beato Santiago Alberione).
Antífona: He aquí el siervo fiel y prudente, a quien el Señor ha puesto al frente de su familia.
San José, fiel colaborador en nuestra redención, ten compasión de esta pobre humanidad envuelta aún en tantos errores, vicios, supersticiones. Tú fuiste un instrumento dócil en las manos del Padre celestial a la hora de disponer todo lo necesario para el nacimiento, la infancia de Jesús y la preparación de la víctima, del sacerdote y Maestro divino en beneficio de los hombres. Tú, siempre fiel a la voluntad de Dios, obtennos un celo auténtico en la búsqueda y formación de las vocaciones. Para nosotros te pedimos una generosa y constante correspondencia al precioso don de la llamada divina (No. 1).
San José, ruega por nosotros.
San José, modelo de toda virtud, intercede por nosotros para que alcancemos tu misma vida interior. Tú, amando y trabajando en el silencio, cumpliendo fielmente con todos los deberes religiosos y sociales y sometiéndote con absoluta docilidad a la voluntad de Dios, alcanzaste una sublime santidad y gloria. Consíguenos aumento de fe, esperanza y caridad, mayor infusión de las virtudes cardinales y abundancia de los dones del Espíritu Santo (No. 2).
San José, ruega por nosotros.
San José, te veneramos como modelos de los trabajadores, amigo de los pobres, consolador de los emigrantes y de todos los que sufren, santo de la Providencia. Fuiste en la tierra el representante visible de la bondad y la solidaridad universal del Padre celestial. Fuiste el artesano de Nazaret y maestro del trabajo del Hijo de Dios, que se hizo humilde obrero por nuestro amor. Socorre con tu intercesión a cuantos consuman sus fuerzas en el trabajo intelectual, moral y material. Obtén a todas las naciones una legislación que se inspire en el Evangelio, en el amor cristiano y en una organización según la justicia y la paz (No. 3).
San José, ruega por nosotros.
San José, protector de los agonizantes, te pedimos por todos los moribundos y te suplicamos nos asistas también a nosotros en la hora de nuestra muerte. Con la santidad de tu vida, mereciste un tránsito feliz con la inefable consolación de verte asistido por Jesús y María. Líbranos de la muerte improvisa; concédenos la gracia de imitarte en esta vida, de liberar el corazón de todo lo mundano y de atesorar cada día méritos hasta el momento de la muerte. Haz que podamos recibir entonces debidamente los sacramentos de los enfermos e inspíranos con María sentimientos de fe, esperanza, caridad y dolor de nuestros pecados, para que expiremos en la paz del Señor (No. 6).
San José, ruega por nosotros.
San José, protector de la Iglesia universal, mira con bondad al Papa, a los obispos, sacerdotes y diáconos, a los religiosos y a todos los cristianos; ruega para que todos seamos santos. La Iglesia es fruto de la sangre de Jesús, tu Hijo adoptivo. Te pedimos por su expansión, libertad y fortalecimiento. Defiéndela de los errores, del mal y de las fuerzas del infierno, como un día salvaste de las manos de Herodes la vida amenazada de Jesús. Que se cumpla su anhelo: “Un solo rebaño y un solo Pastor” (No. 7).
San José, ruega por nosotros.