La Amistad es un Don
Del Evangelio Según San Juan: 15, 12-15
Mi mandamiento es este: ámense los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su Señor. Desde ahora los llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre.
De la exhortación apostólica Christus Vivit:
La amistad no es una relación fugaz o pasajera, sino estable, firme, fiel, que madura con el paso del tiempo. Es una relación de afecto que nos hace sentir unidos, y al mismo tiempo es un amor generoso, que nos lleva a buscar el bien del amigo.
Es tan importante la amistad que Jesús mismo se presenta como amigo: “ya no los llamo siervos, los llamo amigos” (cf. Jn 15, 15). La amistad con Cristo es un don, en este sentido, el amor que Él derrama en nosotros podemos llevarlo a los demás a través de los gestos concretos de la amistad.
Los discípulos escucharon el llamado de Jesús a la amistad con Él. Fue una invitación que no los forzó, sino que se propuso delicadamente a su libertad: “Vengan y vean… Ellos fueron, vieron y se quedaron con él aquel día”, después de ese encuentro íntimo e inesperado dejaron todo y se fueron con Él.
La amistad con Jesús es inquebrantable. Él nunca se va, aunque a veces parece que hace silencio. Cuando lo necesitamos se deja encontrar por nosotros y está a nuestro lado por donde vayamos. Jamás rompe una alianza. Nos pide no abandonarlo: “permanezcan unidos a mí”. Pero si nos alejamos, Él permanece fiel, siempre.
Con el amigo hablamos, compartimos la vida, los sueños, las alegrías, tristezas, secretos. Con Jesús también conversamos. La oración es un desafío y una aventura. ¡Y qué aventura! Permite que lo conozcamos cada vez mejor, entremos en su espesura y crezcamos en una unión siempre más fuerte. La oración nos permite contarle todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos, y al mismo tiempo nos regala instantes de preciosa intimidad y afecto, donde Jesús se derrama en nosotros su propia vida. Rezando le abrimos la jugada a Él, le damos lugar para que pueda entrar y vencer.
La amistad requiere paciencia. Se forja con el tiempo.
Oraci´ón por mis amigos
Bendecid mis amigos y amigas, Señor de la vida, y dales la paz.
A quienes yo pude ayudar, les ayude más y más.
A quienes un día herí, no les ofenda más.
Sepamos dejar en los otros un recuerdo que haga el bien.
Bendecid oh Señor, mis amigos también mis amigas. Amén.
Luces que brillan juntas, velas que juntas
se encienden por la Esperanza.
Rieles que juntos recorren los mismos carriles
y van a acabar al mismo lugar.
Aves que vuelan con otras, verso que sigue
a otro verso al cantar de la vida.
Barcos que cruzan los mares aunque
separados sabiendo en que puerto se van a encontrar.
Son así los amigos que yo encontré
mis amigos y amigas de sueños y fe.
Gente que sueña junta gente,
que hasta pelea se enoja y perdona.
Un sentimiento fuerte, más que la muerte
nos hizo vivir en fraternidad.
Vidas que fluyen juntas,
ríos que no se encuentran más paralelos
Aves que vuelan juntas, sabiendo que un día
y así es la vida ya no se verán.
Quedará el recuerdo que aquí se vivió,
mis amigos y amigas de sueños y yo.
P. Zezinho