Quinto Domingo de Cuaresma
Motivación:
Llegamos al quinto domingo de Cuaresma, último del itinerario dominical que estamos recorriendo. El evangelio nos lleva a experimentar cada vez más la proximidad de los días santos, en los que conmemoramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Pidamos al Espíritu Santo que continúe iluminando nuestro camino de conversión y descubrir aquello que la Palabra nos invita a vivir en estos días previos a la Semana Mayor. Pidamos la luz del Espíritu Santo con la siguiente canción del ministerio de música chileno Canto Católico:
1) Lectura:
Leemos varias veces el evangelio tratando de identificar los personajes centrales, los temas descritos en él, y muy especialmente, aquello que dice Jesús sobre la proximidad de su hora:
Evangelio según san Juan 12, 20-33
Entre la gente que había subido a Jerusalén a adorar a Dios con motivo de la Pascua, había algunos no judíos. Se acercaron, pues, a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue y habló con Andrés; y ambos se acercaron a Jesús y se lo dijeron. Jesús les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro: Si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se apega a la vida, la pierde; pero el que no se apega a ella en este mundo, se asegura una vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. Al que quiera servirme, lo honrará mi Padre. Ahora mi alma está angustiada. ¿Le pido al Padre que me libre de esta hora? ¡Pero si para esta hora vine al mundo! ¡Padre, glorifica tu nombre!”. Entonces se oyó una voz del cielo: “Ya lo he glorificado, y lo volveré a glorificar”. La multitud que se hallaba presente, al oírla, pensó que era un trueno. Otros decían que le había hablado un ángel. Jesús, entonces, dijo: “Esta voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Este mundo va a ser juzgado ahora, ahora va a ser expulsado el que domina este mundo. Y yo, cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Con estas palabras daba a entender cómo iba a morir.
Reconstruimos el relato respondiendo a las siguientes preguntas:
- ¿Quiénes se encontraban entre los que fueron a Jerusalén por la Pascua?
- ¿Qué le preguntaron a Felipe?
- ¿Qué les responde Jesús a Andrés y Felipe?
- ¿Qué le pasa al grano de trigo?
- ¿Por qué Jesús está angustiado?
- ¿Qué dice la voz del cielo?
- ¿Con que palabras da a entender Jesús que va a morir.
2) Meditación
Jesús se encuentra en Jerusalén y siente cada vez más próximo el momento de su pasión y muerte. Como todo ser humano, en sus mismas circunstancias, experimenta gran angustia, pero más allá de querer dar marcha atrás, pide al Padre que lo fortalezca para vivir su hora: ¿Le pido al Padre que me libre de esta hora? ¡Pero si para esta hora vine al mundo! ¡Padre, glorifica tu nombre!”. En respuesta a la petición de Jesús y a su gran confianza en el Padre, este al igual que en el momento de la Transfiguración, habla desde el cielo para confirmar su misión: “Ya lo he glorificado, y lo volveré a glorificar”.
Jesús entrega al Padre lo más valioso, su propia vida e invita también a sus discípulos a reconocer la importancia de no tener miedo de darla y gastarla en el servicio a los demás: “El que se apega a la vida, la pierde; pero el que no se apega a ella en este mundo, se asegura una vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor”.
Jesús emplea también la figura del grano de trigo para indicarnos la necesidad de aprender a morir a cada momento a nuestros egoísmos, intereses, temores, comodidades, entre otros, para dar mucho fruto. Solo cuando damos el paso de salir de nosotros mismos, para ponernos en el lugar de los demás, somos capaces de reconocer todo el bien que podemos prodigarles. Así mismo, la gran riqueza que hay en compartir con fe y sencillez aquello que somos y tenemos, aún, cuando atravesamos por circunstancias trágicas o difíciles como la de Jesús.
Acompañemos a Jesús, en este momento doloroso y crucial de su vida, presentándole también nuestros sufrimientos, dolores, enfermedades o situaciones que nos angustian. Pidámosle que como él, podamos permanecer firmes, poner toda nuestra confianza en el Padre, para superar de su mano las adversidades por las que atravesamos.
A la luz de esta breve reflexión y de los llamados que la Palabra deja en nuestro corazón, preguntémonos:
- ¿Cómo afrontamos las circunstancias difíciles que vivimos?
- ¿Buscamos la ayuda de Dios en esos momentos?
- ¿Qué enseñanza nos deja la imagen del grano de trigo?
- ¿A qué actitudes o realidades personales necesitamos morir todavía en esta Cuaresma?
3) Oración
4) Contemplación
Imaginemos a Jesús junto a sus discípulos compartiéndoles la gran angustia que experimenta por la proximidad de su pasión. Escuchemos sus palabras de confianza en el Padre: “¡Pero si para esta hora vine al mundo! ¡Padre, glorifica tu nombre!”. Dejemos resonar estas palabras de Jesús en nuestro corazón, y pidámosle que transforme nuestras angustias en confianza para seguir adelante nuestro camino con serenidad y alegría.
5) Acción
Formulemos un propósito concreto para llevar a nuestra vida, en esta última semana del tiempo de Cuaresma.
Hna. Mariluz Arboleda, fsp.