1- Creo Dios mío, que estoy en tu presencia, que me miras y escuchas mis oraciones. Tú eres infinitamente grande y santo: yo te adoro. Tú me lo has dado todo: yo te doy gracias. Tú has sido ofendido por mí: yo te pido perdón de todo corazón. Tú eres la misericordia infinita: yo te pido todas las gracias que consideres útiles para mí. (Beato Santiago Alberione)
2- Señor Jesús, por el amor que tienes a los hombres y mujeres, noche y día llamas y recibes a los que te visitan. Te adoro desde el abismo de mi nada. Te agradezco el favor de haberme dado tu persona en este sacramento y la oportunidad de poderte visitar. Te saludo, Señor, por tres motivos: el primero, en acción de gracias por este don precioso; el segundo, para compensar las desatenciones que recibes, y el tercero, porque, en este encuentro, te deseo adorar en todas las Iglesias donde esperas que también te visiten. (San Alfonso María de Ligorio)
3- Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me separe de ti. Del enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe por los siglos de los siglos. Amén.
4- Tú sabes, Dios mío, que nunca he deseado más que amarte, pues no codicio otra gloria. Tu amor me preparó desde mi infancia, conmigo creció, y ahora se ha convertido en un abismo cuya profundidad no sé calcular. El amor atrae amor. Para amarte como tú me amas, tendría que echar mano de tu propio amor. Jesús mío, tal vez sea ilusión, pero me parece que no puedes llenar un ser humano de más amor, por eso me atrevo a pedirte que yo pueda “amar a los que me diste, como tú me has amado”. Si un día, en el cielo, descubro que los amaste más que a mí, me alegraré por eso, porque desde ya reconozco que ellos, más que yo, merecen tu amor. En la tierra, sin embargo, no puedo concebir mayor inmensidad de amor que aquel que me has concedido gratuitamente, sin ningún mérito de mi parte. (Santa Teresita)
5- Acepta, Trinidad santísima, este sacrificio realizado una vez en el Calvario; y que ahora Jesucristo renueva en este altar trámite tu sacerdote. Yo me uno a las intenciones de Jesucristo, sacerdote y víctima, para ofrecerlo a gloria tuya por la salvación de todos los hombres. Por Jesucristo, con él y en él quiero adorar tu eterna Majestad; agradecer tu inmensa bondad; satisfacer tu justicia ofendida; y suplicar tu misericordia por la Iglesia, por mis seres queridos y por mí, especialmente para obtener... (se recuerda la gracia y el propósito). Meditaré las verdades que Jesucristo me enseña; pasaré por este camino para poder llegar a ti; me uniré a él para vivir de amor cada día de mi existencia (Beato Santiago Alberione).
6- Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento. Te amo sobre todas las cosas y te deseo dentro de mí. Como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón...(algunos instantes de pausa). Te abrazo y me uno a ti; no permitas que me separare de ti.