La Cuaresma es el tiempo litúrgico que nos prepara a la Pascua, es decir, al tiempo en que celebramos los principales misterios de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Misterios que celebramos especialmente en la Semana Santa.
La Cuaresma inicia el Miércoles de Ceniza y se extiende hasta el Jueves Santo, en las vísperas del Triduo Pascual. Dura cuarenta días, a través de los cuales recordamos los 40 años que el pueblo de Israel caminó por el desierto y los días en que Jesús estuvo en el desierto. Días de peregrinación, prueba y ayuno, que nos invitan a examinar nuestra vida, reconocer aquellas actitudes personales o familiares que necesitamos cambiar para unir nuestra vida más a Dios, y ser más disponibles para salir al encuentro de las necesidades de todos aquellos que viven a nuestro lado.
La liturgia que vivimos en el tiempo de Cuaresma nos invita de manera especial a fortalecer tres actitudes principales: la oración, la limosna y el ayuno.
- La oración nos lleva a afianzar nuestra relación con Dios, confiarle nuestra vida y unirnos más a él.
- El ayuno, más que pasar privaciones alimenticias debe llevarnos a ayunar de aquellas actitudes negativas que tenemos hacia los demás o hacia nosotros mismos.
- La limosna, nos saca de nosotros mismos, para compartir con fe y alegría aquello que somos y tenemos.